martes, 11 de mayo de 2010

Arizona: el fracaso de Calderón

Por Francisco Ramírez R.

Felipe Calderón -según analistas y políticos de oposición-, miente todos los días, o la mayoría de las veces. No es el único político que lo hace, claro.


El discurso no le alcanza al presidente, porque no empata con la realidad de millones de mexicanos. Por eso hace propaganda.

México y sus habitantes están peor que hace seis años. Muy por abajo de los niveles del año 2000, cuando Vicente Fox, llegó a la presidencia de la República por el hartazgo de una sociedad que repudió al PRI y a su pésimo candidato, al que hay que olvidar.

Diez años más tarde, todo muestra que fue para peor la “transición” que se quedó en un cambio de personeros, pero no de pillerías, peores o iguales que las de los otros, pero con una diferencia: saquear lo que puedan, antes de irse, sin haber hecho nada. Sin ningún compromiso y con una ineficiencia superlativa.

Si con el PRI en el gobierno el último año era el de “Hidalgo”, con Fox lo fue el sexenio completo. Con mayor razón lo será en lo que resta del actual. Saben que se van en el 2012, y se preparan para hacerlo.

La nitidez de sus acciones habla por ellos. En un juego de espejos para que se vean, ahí tiene de muestra Aguascalientes, Querétaro, San Luis Potosí. Ah, y Navalú ¡Cómo no!

Con la mira puesta en las elecciones de gobernadores en 12 estados -el próximo 4 de julio- la administración Calderón ha comenzado a aplicar recursos selectivos a la propaganda política para tratar de convencernos de que estamos mejor que otros países, que el desempleo interno se revierte y que este año creceremos. No es verdad.

Si Calderón se ha colocado en los hechos –y de nuevo- como presidente de Acción Nacional, la derrota de las elecciones en julio próximo para el partido en el gobierno, vaticina la debacle que se avecina para el último tramo de Calderón.

La ley SB 1070 que criminaliza a los indocumentados en Arizona, contradice la propaganda del gobierno mexicano. Y con su aplicación resulta más lejana una amnistía migratoria, promesa de campaña del presidente Barack Obama.

Dicha legislación, aprobada por el Congreso de esa entidad y promulgada por la gobernadora Jan Brewer, trastoca derechos humanos y garantías fundamentales de las personas respecto de su condición étnica. Pero le gana un espacio político inimaginable a la racista Brewer. Por cierto, ahí se ve Amnistía Internacional.

Aún más, demuestra el fracaso de la política económica y social de Acción Nacional, al frente del gobierno.

La falta de empleo y por consecuencia de ingresos; la inseguridad, la carencia de garantías, la aplicación de leyes justas, la falta de policías eficientes y honestas en México, son factores que se agravan con la recesión y que obliga a millones de hombres y mujeres cada año a cruzar la frontera en busca de unos cuantos dólares que les permitan sobrevivir.

Todos los días, solo en la Tucson, al menos 650 mexicanos en promedio son detenidos para encarcelarlos o deportarlos al país, en medio de golpes y vejaciones, cuando les va bien. En caso contrario miles mueren en el intento de escapar de un país y de una vida de miseria y opresión que no les da ninguna esperanza. Ahí no hay compromiso de gobierno ni discurso.

Ante esa realidad, y la incapacidad de una administración mexicana por contener la crisis y la ola de violencia en el país, el presidente Obama quiere ahora, si, una nueva ley de inmigración, pero que endurezca el control de la frontera. Se juega su reelección.

En Estados Unidos viven cerca de 12 millones de inmigrantes en situación ilegal. La mayoría procede de Latinoamérica: 6,7 son mexicanos y 1,3 de los países centroamericanos.

Arizona tiene una población de 6,6 millones, que incluye a 460.000 inmigrantes indocumentados. Al sur, Arizona limita con México, y es la principal vía de entrada a Estados Unidos. Sólo en el sector de Tucson, la policía de fronteras detiene a 650 personas al día. Sólo ahí.

Y eso dice más que la propaganda del gobierno en turno. Y mucho más, que su obsesivo discurso de una guerra que sólo se gana en la imaginación de su promotor, para desgracia del el país.