sábado, 6 de marzo de 2010

SON DE LA LOMA

Amenazas a la prensa

Por Francisco Ramírez 


La prensa en México ha ganado terreno, presencia y prestigio a lo largo de la historia del país, por la combatividad, acuciosidad y profesionalismo de quienes trabajan en un oficio que no les gusta a los dueños del poder -en cualquiera de sus formas-,  pero que utilizan como medio de legitimación, propaganda, promoción o justificación.

Para quienes hemos formado parte del gremio durante las últimas tres o cuatro décadas, sabemos muy bien que con el PRI en el poder, peleábamos la libertad y hoy nos peleamos por el dinero, en su mejor acepción, porque al panismo –imberbes en el oficio de gobernar-, les purga la prensa escrita, y han intentado doblegarla mediante la asfixia financiera.

Los gobiernos panistas de Vicente Fox Quezada y Felipe Calderón Hinojosa, no sólo han carecido del conocimiento de lo que es la prensa en México, y en el mundo, sino que han tenido ineficientes equipos de comunicación, que no conocen el medio y tampoco saben diferenciar lo que significa propaganda, publicidad o información.

Si sus equipos de “comunicadores” estuvieron y están perdidos –como ha quedado acreditado en ambos casos-, y tanto Fox como Calderón, habitan en mundos propios, alejados de la realidad de un país al que soñaron gobernar.

Refractarios a la crítica, al conocimiento o simplemente a la información, Fox afirmaría que él no leía periódicos para no amargarse el día. Calderón, siendo candidato, reveló en una entrevista, que tampoco tenía el hábito de leer periódicos o revistas.

No son los únicos presidentes que han desvalorado a los medios, por supuesto, pero seguramente serán los que más temprano han terminado su gobierno en los tiempos modernos del país, y no se debe a los medios, como le asaltó la paranoia al matrimonio Fox-Sahagún.

En el México de nuestros días, la prensa está siendo amenazada en varios frentes, como se ha reconocido el pasado viernes 5 de marzo, cuando el nuevo ombudsman, Raúl Plascencia, señaló ante el propio presidente Calderón,  que en el país “la tensión social deriva de la inseguridad, la agudización de las desigualdades y la polarización política” que existe, aunque le faltó completar el por qué de esa situación y a sus responsables, pero estaba implícito en el factor de ingobernabilidad que vivimos, propiciado por la ineficiencia del gobierno.
Habló particularmente de las agresiones –físicas, sin enumerar las de otra índole- a los periodistas, de la impunidad prevaleciente en el país, y demandó estrategias –inexistentes hasta ahora- para protegerlos junto a los defensores de los derechos humanos, junto con la sociedad en general.

En el acto en Los Pinos, con el que se cumplen 100 días del nuevo presidente y se rindió el informe de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, Calderón aprovechó para deshacerse de culpas, pero sin comprometerse.

Descubrió que son delincuentes los que secuestran, asesinan o someten a los periodistas y medios de comunicación, “que se sienten dueños de la sociedad y que no toleran ningún señalamiento”. Es decir, el crimen organizado.

Como en todos sus discursos, diría que es insuficiente lo que se ha hecho, y comprometió al Congreso a legislar la competencia federal para los delitos contra la libertad de expresión; habló del relevo en la Fiscalía Especial para la Atención de los Delitos contra Periodistas –que no ha resuelto un sólo caso-, pero no planteó ningún compromiso en particular, sólo asumió, como cierta, la afirmación de que 2009 fue el año de mayor agresiones a informadores.

No hizo mención alguna del retiro de la publicidad, que ha impuesto su gobierno a los medios.

Ello es una forma de censurarlos y de cancelar la pluralidad que todos los gobiernos en el mundo, alientan, cuando son democráticos.