domingo, 21 de febrero de 2010

SON DE LA LOMA

La guerra perdida de Calderón

Por Francisco Ramírez R.

Cuando se declara una guerra, debe ser a un enemigo visible, tangible y localizado para armar las acciones, desplegar una estrategia e iniciar el enfrentamiento bélico que permita alcanzar el objetivo deseado: derrotar al contrario.

La “guerra” que Felipe Calderón le declaró al narcotráfico ha sido un fracaso desde el principio, y a eso estaba destinado porque lo hizo con un objetivo mediático, luego de la violenta toma de posesión como presidente en el recinto de San Lázaro.

Cuestionado como Carlos Salinas -debido al reducido margen de votos con los que llegaron al poder-, Felipe Calderón le apostó a una acción en la que involucró al Ejército y la Marina, con resultados nefastos para el país, su gobierno y las fuerzas armadas, contrario “al golpe” que logró Salinas y sus efectos en el país.

Símbolo de su fracaso ha sido principalmente Ciudad Juárez, pero también Tamaulipas, Torreón, Durango, Sinaloa, Michoacán y Chihuahua entre otros, porque nunca supieron interpretar lo que sucedía, luego del 11 de Septiembre del 2001, cuando Estados Unidos “selló” la frontera con México.
El país ha sido ensangrentado con asesinatos que han llevado a la muerte a más de 15 mil personas en todo el país, adoptando la lógica de que todas ellas se deben a venganzas de bandas antagónicas del narcotráfico, dejando a la sociedad en la indefensión y otorgando la más amplia impunidad para esos y todos los demás delitos.

México, en particular las fuerzas armadas y las corporaciones policíacas, han sido señalados por los organismos internacionales de violar sistemáticamente las garantías individuales de los ciudadanos y sus derechos fundamentales. Es un país mal visto por la comunidad internacional debido a ello, por lo que ha caído la inversión extranjera directa cada año, así como el ingreso de divisas por falta de turismo.

El actual secretario de la Defensa Nacional, Guillermo Galván Galván, sabe que los tiempos políticos se le acortan al presidente Calderón, y que la presión hacia las fuerzas armadas se incrementa en el país y en el extranjero para que vuelvan a los cuarteles. Hay voces que claman ya dentro y fuera investigaciones sobre la actuación del Ejército.

Durante la ceremonia del Día del Ejército –el pasado 19 de febrero- el general secretario Galván, advirtió ante el presidente Calderón que “si se extiende en demasía –la “guerra”-, si se alarga en exceso el trayecto de la confrontación, no sólo se incrementará el número de víctimas inocentes, también se causará un daño adicional a la población, porque podría terminar habituándose a la cultura de la violencia”.

Y contundente, expresó que “nadie desea que esta lucha se prolongue indefinidamente…a nadie conviene”.

El general secretario Galván, tiene razón y sabe el desgaste que han sufrido el Ejército y la Marina. No quiere, con vistas al futuro, una “Comisión de la Verdad”, como la que ha juzgado la actuación de los militares en el ’68, y pide a los legisladores un marco definitivo jurídico y legal que norme su actuación.

No obstante, el presidente Calderón, insistiría ese mismo día, en que “México y su ejército saldrán triunfantes”.

Pero el enemigo no se ve, no ha sido derrotado, porque no se ha rendido y nadie conoce quién lo encabeza o quién habrá de sacar la bandera blanca.