Condolencias, no disculpas
Por Francisco Ramírez R.
Alguien “les puso un balón” casi perfecto –con o sin intensión- al secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont y al presidente Felipe Calderón, para salir -al menos mediáticamente- de la situación en que se colocaron frente a la masacre de jóvenes en Ciudad Juárez, ya que “a vote pronto” habían señalado a las víctimas como “pandilleros” y los juzgaron sin tener mayores elementos, en un afán de deshacerse de culpas, ante uno de los actos más atroces en México, pero sin ser el único.
La noche del 31 de enero, un comando de al menos 15 pistoleros ingresó a las viviendas ubicadas en la calle de Villa del Portal 1306, 1308 y 1310, del Fraccionamiento Villa de Salvárcar, y asesinó a seis estudiantes de bachillerato, un universitario, la menor Yomira Aurora Delgado Lara (de 13 años de edad) y seis adultos. Otras 14 personas resultaron heridas.
La masacre de jóvenes en Ciudad Juárez, fue producto de un pleito entre pandillas, afirmaría el secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, y se trató de expiar culpas:
“lo advertimos -recordó- que en respuesta a esa guerra habría reacciones de esa magnitud”.
Y frente al llamado del Congreso de modificar la estrategia de combate a las bandas criminales, Gómez Mont, les refutó con el argumento de que hasta el momento nadie les ha reclamado y presentado una propuesta que les demuestre que –en el gobierno- están equivocados.
Los más de 15 mil muertos, las opiniones de expertos en la materia, las voces de los mismos legisladores que conocen bien el tema y los diagnósticos publicados por especialistas y analistas de México y el mundo, no han sido suficientes para convencer el gobierno mexicano, de que ni en Estados Unidos existe una estrategia de combate al narcotráfico, como la proclamó Felipe Calderón.
"No hay ningún argumento serio que me diga que esa vía está equivocada, se avisó a tiempo que esa contención – al narcotráfico- podría generar una reacción", sostuvo el 2 de febrero pasado el secretario Gómez Mont, sin aclarar cuándo “se avisó” de que habría una masacre como todas las que han ocurrido en el país, porque de haber sido así, al menos las víctimas de Juárez, seguirían vivas.
No habrá cambios a la forma de combatir a la delincuencia, sólo se profundizará en la estrategia, aclaró el funcionario, ante las voces y el reclamo en el sentido de que “la guerra” que declaró Felipe Calderón, está perdida desde que inició, porque el camino está equivocado.
¿Qué les dice hoy a los familiares de los jóvenes masacrados?, se le cuestionó al secretario de Gobernación. Tajante, contestó “que se sometan a la ley porque sólo así encontraran respeto a sus vidas. Lo he dicho y lo reitero, sólo sometiéndose a la ley encontrarán respeto a su vida y a sus familias, la lógica de matar para no morir es una lógica que está trayendo destrucción y dolor a la gente y esa es la lógica de las pandillas", señalaría ante la conmoción que vive el país entero.
La soberbia siempre es mala consejera.
Las reacciones de los legisladores, ante tal impostura, no se hicieron esperar, por lo que, junto a las familias de los agraviados le exigen una disculpa pública al presidente Felipe Calderón por haber calificado de “pandilleros” a los jóvenes masacrados en Ciudad Juárez, Chihuahua, “que sea el primer mandatario el que pida perdón”. El senador del Partido del Trabajo, Ricardo Monreal, sostuvo que Gómez Mont ha actuado como un “pendenciero del presidente al que no debe de estar encubriendo”. El jefe del Ejecutivo, dijo, está obligado a dar la cara por sus errores; el legislador priísta, Jesús Murillo Karam, se fue con “la finta” y confiaría –crédulo- en que las –supuestas- disculpas de Gómez Mont, “hayan sido sinceras y con ello se abra un camino para buscar un verdadero combate contra la delincuencia, no sólo en Ciudad Juárez, sino en todo el país. Pidió al jefe del Ejecutivo Federal dejar de andar inventando estrategias antinarco”.
Ante las versiones periodísticas en Juárez, que señalaban el hecho, fue el propio Gómez Mont, el que aclaró que no habría disculpas –como en el caso de los alcaldes de Michoacán-, que no se disculpó y que ni él ni el presidente se disculparían por haber señalado de “pandilleros” a personas, cuya única culpa, ha sido quedar atrapados en medio de “una guerra” que ningún otro país o gobierno en el mundo le ha declarado al narcotráfico.
La postura, es una bofetada que no merece una sociedad herida y masacrada, por los dos bandos.