Por Francisco Ramírez R.
México se encuentra en una encrucijada sin precedentes en su historia. Y faltan 24 meses para el cambio de gobierno.
Atraviesa por una guerra impuesta que no había vivido desde 1910. Y la población padece los estragos de una crisis económica, con consecuencias tan devastadoras como los que originó la gran depresión de 1929.
El país tiene un sistema de justicia tardío e inequitativo donde “se vende al mejor postor”, en palabras de Felipe Calderón. El sistema penitenciario está quebrado y gobernado por las mafias internas, que abriga la complicidad con las autoridades penitenciaras y solapadas en todos los niveles. Las policías en todo el país, mayoritariamente son corruptas e ineptas. Está documentado que participa en el crimen organizado, en todas sus modalidades.
Existe un baño de sangre, propiciado por la política aplicada por el gobierno para combatir en “una guerra” el narcotráfico que arroja al menos 23 mil muertos. El Gobierno de México ha gastado en seguridad pública más de 83 mil millones de pesos en los últimos 13 años a través de los fondos federales, a pesar de lo cual los delitos denunciados crecieron 16 por ciento y el "sentimiento" de inseguridad persiste, según la Secretaría de Gobernación en un diagnóstico elaborado en el primer trimestre de este año por el secretariado ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP).
Diversos territorios a lo largo y ancho del país, son gobernados por mafias de delincuentes asociados con las mismas autoridades municipales o estatales, con la complicidad u omisión en algunos casos de las federales. Son dueñas y se han apropiado por las buenas y por las malas de amplias zonas de la República, donde cobran derechos de paso, impuestos, protección y perdonan o quitan vidas y propiedades a su antojo.
Se estima que casi 19 millones de mexicanos no tienen un empleo formal y no lo encontrarán en los próximos años. La pobreza, la marginación, la insalubridad, la inseguridad y la falta de oportunidades, crean un ambiente de tensión social que catapulta a la juventud en brazos de la delincuencia o la drogadicción.
En este ambiente, la clase política ha entrado a una ruta sin retorno y rumbo a las elecciones generales de 2012, en un ambiente social, político y económico peor que el que había hace seis años con Vicente Fox, y que llevó al límite al país.
Felpe Calderón apostó a una alianza sin futuro y con la minoría opositora (PRD). Con ello perdió la oportunidad de transitar el último tramo de su gobierno más o menos tranquilo con el mayoritario PRI.
Es una apuesta que de nueva cuenta lleva al país y a la sociedad a una polarización que podría traer consigo la ingobernabilidad… si es que algo se gobierna aún, luego de las elecciones del 4 de julio pasado.