Por Francisco Ramírez R/ MUNDO LEGISLATIVO
México llega al primer año de la muerte de 49 bebés en una guardería del IMSS. La peor tragedia ocurrida en su historia.
A puerta cerrada. Sin la molesta presencia de los medios de comunicación -no fuera a ser- y para informar sólo “lo conveniente” -que no siempre es lo convincente- información oficial dio cuenta de la reunión de “algunos” padres de familia de esos bebés con el presidente Felipe Calderón.
Muchos de ellos se rehusaron a aceptar la invitación presidencial por considerar que sólo se quiere limpiar la imagen del primer mandatario.
Tuvo lugar dos días antes de que se cumpla el año de la mayor tragedia –quizá en el mundo-, en la que 49 bebés murieron de la peor forma: calcinados en una guardería subrogada del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), cuya autorización para operar la firmó Juan Molinar Horcasitas, actual secretario de Comunicaciones y Transportes.
Decenas de bebés más quedaron marcados para siempre, en un calvario al que los llevó la falta de atención en los propios hospitales del IMSS. Muy poco se menciona a los adultos que, también quemados, trataron de salvar la vida de algunos pequeños. Los menores que fallecieron tenían entre 11 meses y cuatro años. Durante el siniestro, en la guardería había 142 niños.
Cuando se conoció la tragedia en la guardería ABC, en la ciudad de Hermosillo, Sonora, la sociedad quedó estupefacta. Pero no los políticos del gobierno en turno. Nadie actuó. Nadie se responsabilizó. Nadie se fue de su puesto.
Soberbios, como son, pretextaron lo que pudieron. Trataron entonces de nulificar, negar y presionar a los medios de comunicación para que se callaran y no informaran ni indagaran más del tema. Desde las altas esferas del poder amenazaban, intimidaban y no supieron cómo manejar la noticia. En una increíble estupidez, llamaban a los editores de las agencias internacionales para reclamarles las notas.
El gobernador priísta Eduardo Bours Castello, se quedó hasta el final de su mandato, sólo para entregarle la gubernatura a un panista; el entonces presidente municipal Ernesto Gándara Camou, por decisión del cabildo local declaró tres días de duelo, y se fue a su casa como si nada. El ex director del IMSS, Juan Molinar Horcasitas, fue promovido como secretario de Estado; y el procurador general se fue a una embajada en Londres.
La única 'chivo expiatorio' que hay en la cárcel", es Irma Crecencia Díaz, a la que el juez Raúl Martínez le negó la libertad bajo fianza bajo el argumento de que es un asunto de "impacto social". A otros cuatro servidores públicos del IMSS la Procuraduría General de la República los consignó ante el juzgado Primero de Distrito, pero lograron ampararse.
El presidente Calderón no llamó a un luto o duelo nacional, como debió de haberlo hecho. Tampoco nombró una Comisión investigadora de los hechos.
Apostaron al tiempo y al olvido. No les ha funcionado y ya no les funcionó.
El entonces procurador general de la República, Eduardo Medina Mora – nombrado embajador ante Gran Bretaña, Irlanda del Norte y organismos internacionales con sede en Londres, el 5 de noviembre de 2009-, declaró que los dueños de la guardería no enfrentarían cargos criminales y el proceso lo podrían seguir en libertad, pagando una fianza. Y así fue y así ha sido.
Entre los dueños de esa guardería, está una tía de Margarita Zavala, la esposa del presidente Felipe Calderón. En su momento eso se quiso negar, ocultar y desvirtuar.
Sin embargo, lo que no hizo en México con esta tragedia, el presidente Felipe Calderón lo fue hacer en el extranjero de modo equivocado.
Ignorante de la historia fue en su reciente visita a Washington –el 20 de Mayo pasado-, a ofrecer una ofrenda floral y a montar una guardia de honor ante la tumba del soldado desconocido, en el cementerio de Arlington, acompañado de su esposa Margarita Zavala. Es el primer presidente mexicano que realiza una guardia de honor ahí. Otros presidentes rechazaron acudir a Arlington porque en ese lugar están enterrados los marinos que participaron en la intervención estadunidense a México en 1914.
A una tragedia se suma otra: la ignorancia y la soberbia.
La mayoría de los papás de los bebés que murieron calcinados, que siguen reclamando justicia, se quedaron en Hermosillo. Y otro que se aventuró a llegar a Los Pinos, le impidieron el acceso.
Abraham Fraijo llegó a la Puerta Norte de Los Pinos con una carta para el mandatario federal y pidió que lo dejaran entrar, a una reunión a la que había sido convocado. O eso dijeron. En este documento Fraijo pidió a Calderón que se presente en Hermosillo, Sonora y atienda a la totalidad de los padres afectados.
Pero Hermosillo no es Washington. ¿Verdad?